Hogar Deporte El Valencia rescata un punto de supervivencia ante un Alavés que no logra aplacar la ira de Mestalla

El Valencia rescata un punto de supervivencia ante un Alavés que no logra aplacar la ira de Mestalla

por Carlos Berríos

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Disturbios o renuncia. No hay alternativa cuando vives en un estado terminal, aferrándote al Primero sólo por las matemáticas, porque hay una sensación de caída sin fin. Dos victorias en los últimos 24 partidos. Penúltimo con 12 puntos tras remontar dos veces para el Alavés, el esfuerzo parecía titánico pero sólo alcanzó para empatar. El Valencia quiere llegar a Primera División, pero la cuerda cada día pierde sus cabos. O escala inmediatamente o será imposible.

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El gol desesperado de Dani Gómez en el séptimo minuto del descuento no hizo más que enmascarar la desastrosa imagen del equipo de Rubén Baraja, al que Mestalla pidió marcharse y dejar sólo la lona que asoma en la fachada. Pipo escucha por primera vez la palabra “vete ya”, un peso que pesa sobre su espíritu. El técnico y su equipo vivían aferrados al poder que ejercía Mestalla, protegiéndolos y salvándolos de un destino que llevaba años a la vista pero que ahora se acercaba. Esa defensa ha desaparecido porque ¿cómo se puede salvar a un equipo desposeído y asfixiado que Peter Lim empuja de cabeza a la Segunda División? Sólo quedaba adivinar la época del año en la que esto sucedería, y éste, a pesar de que aún estaba disponible la mitad para su captura, huele a incienso y a funeral.

El valencianismo puede resignarse y convertir el estadio en un coro de dolientes, que no es su carácter, o rebelarse contra un tirano que ha desgastado su escudo. Los gritos de Mestalla antes del inicio del partido ante el Alavés demostraron el camino elegido. Por primera vez en muchos años, gritó contra la logia, como hace tres días, cuando, simbólicamente, el consejo de administración fue excluido de la junta de accionistas, que se había vuelto secreta.

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